lunes, 30 de agosto de 2010

№ 9. Un niño ruso de 10 años concibe la ciudad submarina

Akvapentograd, es asi como lo denominó el niño wunderkind a su proyecto que debe de salvar a la humanidad durante el calentamiento global de la Tierra.
Por su invento, el pequeño científico obtuvo el premio nacional ruso de inventores jovenes. Según la opinión del niño, la gente se podrá albergar en esta ciudad submarina única, cuando toda la superficie terrestre de la Tierra quede sumergida bajo el hielo glaciar derretido.
Orgullosamente muestra su invento no infantil
Antón Scherbakov, que el 1 de septiembre inicia el cuarto año de estudios, ya hace tiempo que se adelantó en desarrollo a sus compañeros de estudio. Según palabras de su madre, Elena Pavlida, el niño como a nueces castañetea (resuelve) problemas de física del 8-vo año.
Y es asi que, el problema mundial del calentamiento global es encarado por Antón al igual que por los científicos principales del mundo.
Por televisión ví el programa, en el que con todas las matices narraban la amenaza del derretimiento de los hielos glaciares, cuenta el niño wunderkind. Yo quedé tan impresionado, que decidí obligatoriamente salvar a la gente.
Inicialmente Antón concibió el proyecto, según el cual la gente debería de abandonar con cohetes nuestro planeta. No obstante, el niño llegó a la conclusión de que este proyecto resultaría ser muy  caro. Y es así como en su imaginación surgió el Akvapentograd. Al principio, conjuntamente con su madre, dibujó el esbozo de la metrópolis del futuro, y despues con sus propias manos hizo la maqueta funcional de la ciudad.
El Akvapentograd completamente se encontrará bajo agua, afirma Antón con toda seriedad. Todos los edificios se encontrarán por debajo de cúpulas de vídrio. La gente podrá alimentarse de pescado y algas marinas, mientras que el agua mismo nos serviría de capa de protección contra el impacto de meteoritos.
Toda la ciudad será suministrada de electricidad mediante baterías solares gigantescas. Y en las noches, propongo utilizar molinos de viento que deberán de estar ubicados en la superficie del agua.
El Akvapentograd no es fruto de la fantasía infantil, sino más bién un verdadero proyecto científico, que al disponerse de los recursos necesarios, ya hoy mismo se podría plasmar en la práctica.
Despues de la victoria en el "Festival nacional ruso de inventores jovenes", con Antón se encontraron los catedráticos de la Universidad estatal de los Urales, quienes alabaron el joven talentoso. Para plasmar la idea en la práctica hace falta muy poco, es necesaria la aprobación del Ministerio de Recursos naturales de Rusia.
/Traducido, adaptado y publicado por Mauricio Pantoja A. Fuente: http://news.mail.ru/ 

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